martes, 26 de febrero de 2008

Desmadre en el Valencia CF



La vida da muchas vueltas. Eso lo sabemos todos. Los días de vino y rosas en el Valencia hace tiempo que quedaron atrás, y fue precisamente en aquellos buenos viejos tiempos, justo cuando se empezó a hablar de un nuevo y magnífico estadio para el Valencia, cuando la familia Soler entró en escena. La historia es bien sabida por todos. El padre, Bautista Soler, compró acciones hasta lograr la mayoría absoluta, y las cedió a su hijo Juan Soler para que se convirtiera en el nuevo presidente del club.

El Valencia acababa de terminar la temporada más gloriosa con un doblete histórico, la liga y la copa de la Uefa. El Valencia era en aquellos momentos el mejor club del mundo. Es fácil imaginar que todo eran felicitaciones y palmaditas a la espalda del presidente. En el aspecto económico, el nuevo presidente parecía el nuevo rey Midas, consiguiendo dinero y financiación para el nuevo estadio y para forjar un equipo grande de verdad. Pero las cosas habían ya empezado a torcerse con la marcha del entrenador Rafa Benítez al Liverpool. Y a partir de ese momento empezaron a tomarse, en el ámbito deportivo, decisiones erróneas una tras otra. Se cometieron pifias con entrenadores, directores deportivos y fichajes de jugadores. Todo a un coste de muchos, muchos millones de euros. ¿Quién cometió todas esas equivocaciones? No lo sé. Pero el responsable era y es, evidentemente, Juan Soler.

Mi opinión personal es que Juan Soler hizo el papel de aprendiz de brujo. Es algo que ya estamos todos cansados de ver en el mundo del fútbol. Grandes profesionales, grandes empresarios, llegan a la presidencia de un club y de la noche a la mañana, voilà, ya saben más de fútbol que los profesionales que llevan toda la vida en esto. Creo que la mayoría de las meteduras de pata deportivas, o por lo menos muchas de ellas, se deben a la personal e intransferible intervención de Juan Soler. Pésimamente aconsejado, eso también. Y aparentemente muy influenciable por las críticas de los periodistas y de los medios de comunicación.

Esta temporada las cosas han ido, deportivamente, de mal en peor. Cierto es que ya se empezó con mal pie, con la ratificación de Quique en el puesto de entrenador. Y ya se sabe que cuando las cosas van mal en el campo de juego, el club acaba siendo afectado a todos los niveles. Se han cometido grandes equivocaciones, como la forma de quitarse de enmedio a Albelda, Cañizares y Angulo. No digo que la decisión sea incorrecta, sino que las formas fueron lamentables. Las cosas podrían haberse hecho mucho mejor y con mucho más tacto. Desde luego no es la primera vez ni será la última que un club no cuenta con un jugador por las razones que sea. Y nunca hasta ahora se había acabado en un juzgado.

¿Está enfermo Juan Soler? ¿Es grave su enfermedad? No lo sé. No lo sabemos. Podría ser que estuviera realmente muy enfermo. Y podría ser también que estuviera acobardado por los resultados deportivos y por los palos que le están lloviendo desde hace meses en todos los medios de comunicación, tanto valencianos como nacionales. La depresión que debe estar cogiendo gracias a su labor de presidente del Valencia desde luego que debe estar agravando su estado de salud, sea el que sea. De todas formas, yo personalmente he echado a faltar mucho el liderazgo de un presidente como debe ser, con dos cojones, estando ahí al pie del cañón cuando el equipo pierde partido tras partido y cuando llueven las críticas por todas partes. Y Juan Soler ha estado mucho tiempo desaparecido en combate, hasta que no le ha quedado más remedio que dejar el club en manos de un triunvirato: Rafael Salom, Agustín Morera y Alberto Martí.

Cuando parecía que el equipo empezaba a funcionar, cuando parecía que los jugadores estaban ya acoplándose a los nuevos sistemas del nuevo entrenador Ronald Koeman, cuando el club parecía volver a ir sobre ruedas, cuando estamos en la víspera del partido más importante de esta temporada, el partido de ida de la semifinal de la Copa del Rey, cuando tenemos cerca (que no fácil ni mucho menos) la consecución de la Copa del Rey que salvaría la temporada, estalla un nuevo escándalo. Y cómo no está nuestro viejo conocido Pedro Morata por enmedio. Junto con su "amigo" y confidente, el ex vicepresidente del Valencia Vicente Soriano, han montado una encerrona a Juan Soler. Le han convocado a una reunión "secreta" para tratar de la compra de sus acciones del Valencia. Pero ni reunión secreta, ni compra de acciones, ni nada de nada.

Desde luego hemos aprendido algo de la reunión "secreta" de hoy. Por un lado que por mal que me sepa, por mal que me caiga Pedro Morata, el periodista ha salido fortalecido. Ha conseguido dar la primicia de la noticia de la reunión, y en los próximos días le sacará todo el jugo que pueda. Seguro. Seguirá dándoselas de ser el que más enterado está de todo lo que pasa en el Valencia. Dará todas las vueltas que haga falta a la tortilla para acabar endosando el papel de malo de la película, de infeliz hombre veleta que cambia de opinión continuamente a Juan Soler. Por otro lado, el perdedor es Juan Soler. Su sola presencia en esa reunión ya demuestra que por las razones que sean (su delicada salud, su depresión, su falta de confianza en el club, su cansancio a las críticas de los periodistas...) está dispuesto a vender sus acciones, a abandonar el club. A dejarnos a todos en la estacada. Su padre, Bautista Soler, le ha aconsejado públicamente que venda las acciones si hay una buena oferta por ellas. Y el hijo por lo visto está dispuesto a seguir su consejo.

Juan Soler no ha sido nunca el líder sólido del Valencia en el que apoyarse cuando las cosas han empezado a ir mal. Y con su actitud de hoy, con su disposición a deshacerse de sus acciones, ha demostrado que nunca lo va a ser.

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